viernes, 14 de noviembre de 2014

Espacio, tan solo espacio.

La arquitectura nos muestra y hace constancia de algo que existió, es la creación de espacios. Un edificio arquitectónico que todos conocemos es el teatro y, este ha experimentado cambios arquitectónicos a lo largo de la historia, aunque su función principal ha sido prácticamente la misma, solo que amoldada a su época.

Los edificios teatrales han acogido y vertebrado el desarrollo de actividades escénicas y musicales occidentales desde la antigüedad clásica. Arquitectura, sonido y acústica han caminado de la mano intercambiando influencias que han determinado las distintas morfologías de los espacios escénicos. Por ello, el progreso histórico justifica la acústica que deseamos percibir al presenciar un espectáculo musical o escénico de una época concreta, dado que ha sido la propia historia de la arquitectura la que se ha encargado de formar los "gustos acústicos" de los espectadores. Y todo ello de un modo perpetuo e imperceptible, como el paso del tiempo, como el discurrir de la propia historia.

A la realidad de los restos arquitectónicos y su estado de conservación más o menos afortunado, hay que sumar el soporte teórico de la época. De entre las fuentes del período greco-romano, el documento de mayor importancia que hace referencia a estos edificios teatrales es el Tratado de Architectura de Marco Vitruvio entre los años 27-11 a.C. 

El teatro como arte dramático empezó en la antigua Grecia en aquellos lugares destinado a la representación. Las primeras representaciones evolucionan de los primeros actos religiosos y, por tanto, tienen un componente didáctico. Por esto es lógico que las construcciones tengan como principal fin la buena visión y acústica de los espectadores y se sitúen en laderas aprovechando la pendiente.

Teatro de Epidauro, siglo IV a.C.
Posteriormente, con la expansión del imperio romano, éstos toman la cultura griega como base, adaptándola. Entonces sus teatros son una evolución del modelo griego.

Teatro de la Comédie Francaiçe (1687-1689)
Sería ya en París en pleno siglo XVII, donde aparece el primer teatro estable renacentista: El antiguo Teatro de la Comédie Francaiçe (1687-1689).

A lo largo de este siglo se producen grandes incorporaciones al modelo de teatro que ha llegado a nuestros días, como la aparición del arco de embocadura para separar la escena del espectador. Esto podemos verlo por primera vez en el teatro Farnese en Parma (1618-1628). Esto crea un espacio continuo con dos ambientes (según lo que se quiera relacionar con el público).

El teatro progresó hasta el siglo XIX e intentaba conseguir el máximo realismo en la puesta en escena. Una vez conseguido, aparece una corriente antirrealista que pretendía conseguir nuevas formas de representación (teatro simbolista, expresionista...) y con ellos, aparecen nuevos espacios que permitían estas nuevas formas de actuar. 

Teatro Total de W. Gropius (1927)
En cuanto a la escena, el primer gran escenario moderno es el Teatro Nacional de Dessau (1938). Aquí aparecen por primera vez los escenarios laterales con la función de mover escenas durante las representaciones. Estos espacios evolucionarán llegando a crear edificios como la Ópera de la Bastille de Carlos Ott (1989) que llega a tener diez escenarios laterales.

En los años 70 aparece el teatro de vanguardia que requiere nuevas formas de representación y la búsqueda de nuevos espacios para llevarlas a cabo. Así crean grandes salas diáfanas susceptibles de modificación según las necesidades de cada representación. Destaca el Teatro Schaubühne de Berlín (1982) que consta de una sola sala equipada tecnológicamente mediante suelos y paneles móviles. Esto crea una única nave divisible en tres (hemiciclo, teatro a la italiana y sala diáfana).

Teatro Schaubühne de Berlín (1982)
Por otro lado existe una vertiente contraria a unificar estas salas. Esta propone la construcción de grandes complejos teatrales en los que existan varias salas independientes con cada una de sus características específicas. Destaca el teatro Guthrie de Nouvel (2001) en el que se agrupan las tres salas.


Durante toda esta explicación se ha nombrado en varias ocasiones el término espacioLa evolución arquitectónica sobre los espacios teatrales nos enseña cuán importante es el espacio para la sociedad. Cómo podemos hacer de un espacio lo que es y que la sociedad lo vea de tal manera. De esto es de lo que se encarga y de lo que se ha encargado la arquitectura. En el caso de los teatros, son edificios que nos dirigen la mirada hacia lo que están representando en un escenario porque este es el fin del edificio. ¿Qué nos dice que va a empezar la función? O, ¿qué elemento nos dice que la función ha terminado? O, por decirlo de otra forma, ¿qué hace que percibamos un espacio de una manera u otra? De esto se encarga la luz, ese elemento tan importante en la arquitectura que sin ella sería imposible percibir un espacio.

Y solo hay que experimentar un espacio para comprenderlo. Si recorremos cualquier teatro podemos observar todas las perspectivas y todos los usos que se dan en él. El por qué el escenario de un teatro está más elevado que el suelo donde se sitúan las butacas, el por qué las butacas están situadas de tal manera o el por qué en la antigua Grecia tenía forma de semicírculo. La estructura de un edificio, junto a la luz de este, son elementos imprescindibles en la arquitectura.

He tenido la suerte durante años de poder recorrer todos los rincones de un teatro: Las butacas, el escenario, los vestuarios, la orquesta... Todos los lugares, quizás por esto me he decantado por escribir sobre los espacios teatrales. Cuando eres espectador, te sientas en esas grandes butacas aterciopeladas y el objetivo de estar allí sentado es disfrutar de la representación que está ocurriendo en el escenario, sumergirte en la función. Pero cuando estás en ese escenario iluminado tocando el piano delante de la gente, tu objetivo no es el mismo que el de los espectadores. Tu objetivo es regalar esos momentos al público (a pesar de esa sensación de vértigo a la que comúnmente llamamos nervios). El espacio, por lo tanto, está dividido en partes, en las que esas partes tienen sus respectivas funciones. Está estructurado e iluminado para ello y es diferente en cada época histórica. Butacas y escenario, espectadores y actores. Espacio, tan solo espacio.

"La arquitectura es la voluntad de la época traducida a espacio".
Ludwig Mies van der Rohe. 

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