viernes, 26 de septiembre de 2014

Buscando respuestas.


Desde que somos pequeños somos grandes generadores de preguntas. Nuestra ambición por encontrar respuestas no cesa. Y esa ambición es la que nos lleva a generar preguntas. El día a día se basa en preguntas que nos hacemos a nosotros mismos y al mundo en general. Preguntamos por pura curiosidad con un único fin; aprender.

Hoy hablaré sobre una gran película que, en mi opinión, tiene mucho que ver con este tema, 12 Hombres sin Piedad de 1957. El director, Sidney Lumet, logra representar un problema social a través de una situación grupal. La película consiste en un intenso drama judicial sobre el debate que tiene que realizar un jurado de doce hombres justos en el caso de un joven de baja clase social, acusado de parricidio. 

Pues bien, la mayoría del jurado veía clara la culpabilidad del joven porque estaba influenciada por sus realidades, aprendidas por sus prejuicios y supuestos. Cuando esa realidad no es compartida, es difícil el consenso, porque cada uno considera que su realidad es la verdad absoluta y no hay más que hablar. De ahí la importancia de que uno de ellos tenga una duda razonable. Este hombre, interpretado por Henry Fonda, simplemente se pregunta por qué el acusado tiene que ser culpable y analiza todas las opciones. Revisa con lupa todas las pruebas y testimonios, para así convencer a los demás de que esta duda razonable existe, y que ésta es suficiente motivo para cambiar sus veredictos. Una duda que logra que los demás reflexionen, y no sólo les llevará a replantearse el problema, sino que además, les llevará a un verdadero análisis y a cuestionarse sus propios valores morales. Todo ello lo consiguen por hacerse preguntas, por dudar, por querer aprender y conocer. Ya que sin preguntas, no existen las respuestas. Y no se puede dictar una respuesta sin antes haberse preguntado sobre ella.

“Donde quiera que se encuentre el prejuicio, siempre nubla la verdad.”

12 Hombres sin Piedad, Sidney Lumet